No podía dormir, por diferentes causas durante el viernes 28 de Junio, desde las 6pm que me acosté, tenía problemas para conciliar el sueño, luego llegó Roberth, luego había que ir por la «Manager» Denisse… luego nuevamente no lograba hilar más de media hora de sueño, hasta que a las 11:30 pm definitivamente me dije: No me quedan más que dos horas antes de levantarme, debo conciliar el sueño.
2:40 am, Sábado 29 de Junio, entre risas y joda porque no me había levantado a la hora que les dije después de insistir tanto con no querer salir tarde, Roberth, Denisse y yo salimos para Malchingui.
Dios nos crea y nosotros nos juntamos, trío de payasos riéndonos por todo el camino hasta llegar a Malchingui. En mi interior había una mezcla de nervios y una sensación de fuerza por el entrenamiento que había hecho; no tenía idea de lo que venía.
¡Juemadre que frío!, 3:30 am, estábamos ya en la partida, estirábamos, nos seguíamos riendo con los amigos que encontrábamos, que se habían embarcado en la misma travesía y nos alistábamos para salir.
Ya en el corral de partida, el frío desapareció, pequeñas demoras por cosas de la organización, 5 o 10 minutos después de las 4 am, comenzaban los 80k oficiales, era el momento de poner la cereza sobre el pastel, de hacer valer cada kilómetro recorrido durante casi 6 meses de entrenamiento.
— Pausa reflexiva 😛 —
Siento que estoy exagerando al describir las cosas así… jejeje siento que hago lo que muchas veces critico, sin embargo, son las cosas que se pasan por la cabeza cuando estás ahí… claro las cosas se ven diferentes en dependencia de la posición del observador, gracias Einstein 🙂
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Salí más liviano que nunca en lo que cargaba, 1.5 lts de gatorade, sin rompevientos puesto (si guardado en el camellback), guantes, un par de barras, la infaltable musiquita, la linterna y gafas… hoy había abasto, hoy lo tendríamos más fácil en el camino y me sentía mejor así.
Un kilómetro o menos de plano para iniciar y comenzaba la cuesta de más de 20k… salimos a ritmo suave para calentar, Roberth a ratos quería embalarse, y yo le repetía que la carrera era larga que había tiempo, había que conservar el pulso. Cerca del km 6 nos encontramos con Álvaro, nos hicimos compañía cerca de unos 25 minutos, luego alguien nos rebasó y el siguió su ritmo, Roberth y yo nos concentramos en seguir la estrategia y conservar el pulso, aun no era momento de apretar el ritmo.
Km 10 u 11, no recuerdo bien por la bendita maña que he agarrado de no ver en que kilómetro voy, no se siento que así es mejor. Llegó el momento de apretar el ritmo, empezamos a pasar gente, entre ellos también Álvaro. Llegamos al segundo punto de abasto, tomamos unos bananos y poco de gatorade sin parar y seguimos a ritmo fuerte, sabíamos que estábamos en el tercio delantero de entre todos los que corríamos (y según mis cuentas en el cuarto delantero de los aproximadamente 115 corredores).
No es fácil describir lo que se siente cuando estás corriendo y de pronto comienza el amanecer, ese momento donde la linterna no sirve de mucho pero tampoco la claridad que empieza a haber es suficiente y te sientes un poco a ciegas, cuando luego aparecen ya los primeros rayos de sol… en este punto habíamos subido cerca de 16 o 18 kms hacía frío, pero aún no tan fuerte como el que se venía.
Seguíamos subiendo y yo veía que en tramos la tierra negra tenía algo blanco encima, a mi alrededor las plantas y la yerba tenía una delgada capa de hielo, sentía mucho frío… Roberth, tulcaneño de cepa, acostumbrado a esos fríos, ni se mosqueaba. En un determinado momento tuve un poco de dificultad para respirar (por primera vez en ese día), seguíamos adelantando gente. De pronto llegamos a la primera laguna, sabíamos que pronto acabaría la subida.
Segunda laguna, vimos el primer punto de abastecimiento de comida caliente (km 26 y algo), pasamos muy rápidamente, un poco de Gatorade, algo de fruta y seguimos, decíamos es momento de apretar, venía una «bajada», juemadre, nos metieron a un bosque bastante cerrado, a momentos solo sabíamos que teníamos que seguir entre los matorrales porque estaban las cintas que marcaban la ruta, no había camino.
Aquí comencé sentirme extraño, no podía respirar bien, tenía nauseas, mi estómago se revolvía, mucho flujo nasal, en mi cabeza solo había una pregunta, qué a partir de ese momento se repetiría mucho ¿QUÉ CARAJOS ME PASA?… el bosque/sendero/chaquiñan, como lo hayan catalogado, no se acababa, en algunos tramos avanzamos muy lento, en otros podíamos apresurar un poco el paso porque había un poco más de espacio para moverse.
A mi me empezaba a rondar la idea de que tendría que decirle a Roberth que debía irse, que lo estaba retrasando.
Se terminó el bendito bosque (yo recordaba que en el congresillo técnico decían que era un bosque hermoso, yo solo pensaba, Carajo, aquí a duras penas uno se puede mover) salimos a un carretero, y yo no podía apresurar el paso. Llegamos al punto de abasto del km 35, recargamos los camellbacks, tomamos algo de fruta y seguimos.
Había empezado a sentir un dolor en la espalda, a la altura de la parte baja de los pulmones, pasamos unas bajadas normales y llegamos a una arista criminal, una pared que debíamos bajar, las rodillas lo sufrieron, pero salimos de ahí. entramos a una pequeña cuesta y Roberth arrancó a correr, yo no pude, no me sentía bien, así que se adelantó. Yo iba caminando tan rápido como podía y comiendo una manzana para recuperar energías, hidratando, respirando… hasta que me repuse un poco, venía una bajada, y dije bueno a alcanzar al compañero, y a mi sorpresa lo logré, al kilómetro 46, mientras el se ponía las rodilleras y se cambiaba de medias, yo llegaba. Pero en este punto nos separamos definitivamente, yo no podía seguir su ritmo, es más no sabía si lograría terminar como venía.
Comí algo, en este punto de abasto había comida caliente, me hidraté y continué, me obligué a apretar el paso durante unos kms de pronto una cuesta fuerte en frente, bueno a caminar… pero no iba bien, el aire ya no ingresaba bien, a ratos debía parar, recobrar el aliento y seguir.
Lo demás de la carrera solo fue el proceso de ver como esto se hacía cada vez más fuerte, al kilómetro 63, después de pasar con holgura por dos puertas que tenían límite de tiempo y haber tenido que parar varias veces en una cuesta corta a recobrar el aliento, dije !no más! ¿qué tal y si esto no era algo sencillo? ¿qué tal si por necio me estoy causando algo grave? el dolor al respirar se había hecho más fuerte y tampoco lograba respirar profundamente; Ramiro, una de las personas de Ruta Zero encargadas de marcar la ruta estaba chequeando los corredores que pasábamos por ese kilómetro, paré y le comenté lo que me sucedía, me revisó rudimentariamente pues no tenía equipo de primeros auxilios, y me dijo que al parecer no tenía nada en los pulmones, pero era mejor que me revisará un paramédico, que deberíamos regresar al km 60 que ahí había uno, pero debíamos esperar hasta que cerraran la puerta porque el debía bajar desmarcando la ruta.
Muchas cosas pasaron por mi cabeza en esos momentos, que la verdad creo que es mejor no contar detalladamente, mejor las resumo en impotencia, enojo, despecho, tristeza, ira y decepción.
Esperé más de una hora hasta bajar, un tiempo más para que me revisen, a la final me dijeron tus pulmones están bien, pero tenemos que llevarte a que un doctor revise ese dolor; el doctor determinó que era una «Neuritis Intercostal»… no me convenció la verdad, porque eso solo cubría algunos de los síntomas, pero al final de cuentas daba lo mismo, había abandonado, luego habrá que revisar que más pasó. Me inyectaron y regresé a casa.
Han pasado un par de semanas, aún no se algunas cosas, aún el «chuchaqui moral» no se va del todo, me he hecho algunos chequeos y exámenes, pero hay que seguir, hay que preparar el siguiente reto.
A pesar de no terminar hubo cosas muy buenas que hicieron que el día sea memorable:
- Nuestra Manager (Denisse Calle) se echó el viaje solo para acompañarnos, además me espero hasta que me llevaron de regreso a la salida y me revisó el médico, Gracias Niche, significó mucho para mi.
- Siempre es divertido correr junto a Roberth, además de que admiro su ñeque y es una máquina. Gracias por acolitar a estas locuras.
- Todo el tiempo que mi entrenador dedicó a dirigir todo el proceso (entrenamiento, alimentación, descanso, p*teadas, motivación) y que me permitieron llegar a la carrera en muy buenas condiciones. Gracias por creer y por el apoyo Roberto.
- Y no menos importante, mi madre. hermana y hermano llamaron en la noche, cuando regresaba a Quito de la carrera. Sentir que aunque haya kilómetros y kilómetros de separación entre nosotros están cerca, no tiene precio.
Ahh mi «chuchaqui moral» es únicamente por no haber podido terminar, por no haber logrado cumplir el reto, por los meses de entrenamiento y también porque este año como que se complica poder hacer otro ultratrail por cuestiones financieras, así que habrá que esperar.
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